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domingo, 15 de enero de 2017

TRIBUTO




Cuando el último rayo de luz de la tarde se desvanece, la noche invade cada rincón del pueblo. Para entonces, sus habitantes no han tardado en refugiarse dentro de las casas, con las ventanas cerradas, las chimeneas apagadas y los portones atrancados. Tan solo la tenue llama de los candiles rompe la oscuridad iluminando sus caras temerosas. Permanecen quietos, salvo por algunos escalofríos, a la espera. Fuera, la noche viene acompañada del ulular del viento y otros ruidos, como silbidos lejanos, que poco a poco dejan claro el sonido de ladridos que se acercan a toda prisa. De un tiempo a esta parte atormentan a estas almas desvalidas, recorren las callejuelas y golpean a su paso las aldabas que encuentran. En cuestión de minutos, que parecen eternos, retorna el silencio, pero nadie se atreve a moverse. Y no lo harán hasta el amanecer, para tras comprobar las huellas de los canes en el camino, descubrir que un nuevo recuento en la plaza deja constancia de quien falta esta vez.


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Con este microrrelato participo, después de una larga ausencia, en las convocatorias de Esta Noche Te Cuento. En esta ocasión el tema es "Perros y/o Gatos". 
Para leer la entrada allí y lo que se comenta de él, clic aquí.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
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